Amar, en plural. En colectivo. Con (pa)ciencia. Con consciencia. Y siempre consensuado.
Las 'no monogamias' podrían haber sido mi disfraz de 'Halloween': eso sí que asusta de verdad. La palabra 'poliamor' crea resistencia porque derrumba convicciones. ¿Fue Durkheim quién habló de lo 'sagrado' y lo 'profano' en los sistemas de creencias? En las sociedades occidentales, aún, la familia es tan sagrada como el sexo es profano. Tenemos la pornografía a la palma de una mano, mientras que con la otra, sujetamos una Biblia. Eternas son, las contradicciones del ser humano, y también aburridas: todxs las llevamos dentro del bolsillo. Las incongruencias ya están muy vistas, demasiado. Tanto, que nos hemos acostumbrado a ellas.
El problema es, que vivimos a base de paradigmas obsoletos. Presumimos ser testigos de la era y las sociedades 'más avanzadas de la historia', pero en el fondo, los viejísimos instintos colonialistas y patriarcales corren por nuestras venas. Y a pesar que las sociedades hacen sus esfuerzos para romper con estas dinámicas, sus raíces todavía viven enterradas, agarrándose con fuerza al imaginario colectivo y amparándose en lo que se ha etiquetado como 'normal'. Y hemos sido nosotrxs mismxs, lxs encargadxs de alimentarlas; replicándolas incluso en el amor. Ahora dime: ¿Qué hay más colonialista que querer hacer tuyo a otro ser humano? ¿Qué hay más patriarcal que la idea de familia (tradicional) como la única? Y mucho ojo aquí: no digo que una familia compuesta por "papá, mamá, hijo e hija" (de preferencia, en este orden) esté mal. Todo lo contrario: estoy defendiendo que todo tipo de familia es válido.
Déjame explicártelo con peras y manzanas. (Y papayas, fresas y bananas).
¿Qué es el poliamor?
Las no monogamias éticas son una forma distinta de entender el amor romántico. Y digo distinta, porque no cabe dentro del imaginario colectivo general; es un término engorroso, difícil de entender, y todavía, demasiado asociado a la generación 'z'. Últimamente esta palabra resuena tanto y por tantos lados, que se ha malentendido. Nos hemos saturado del poliamor, y nisiquiera nos hemos atrevido a abrirle las puertas.
Hay quienes lo definen como una 'orientación relacional', en el sentido que, para poder tener una relación poliamorosa, todas las partes involucradas deben estar cómodas con ello. Tal como la describe RAE:
Poliamor
De poli-1 y amor.
1. m. Relación erótica y estable entre varias personas con el consentimiento de todas ellas.
El término 'poliamor' surge en la década de los sesentas, aunque las no monogmias se han practicado desde tiempos prehistóricos y en múltiples culturas. Fue acuñado por Morning Glory Zell-Ravenheart, una predicadora neopagana estadounidense. Pero la palabra se extendió muy pronto –y por suerte, se entendió y se practicó– desde lo que sociólogxs apodaron la 'religión del amor'. A raíz de las reflexiones que se hicieron filósofas feministas que llevaban años cuestionando el amor romántico, comenzaron a surgir planteamientos y formas conscientes de entablar relaciones eróticas y afectivas como las 'no monogamias éticas', que tratan de romper con los roles de género dentro de las relaciones, en especial, las heterosexuales.
La pera
Cada persona es única. Por tanto, cada relación entre una o más personas, será irrepetible también. Existen millones de tipos de vínculos tanto eróticos, como románticos y/o afectivos entre dos o más personas. Tantas maneras de vivir el poliamor como formas hay de dar y recibir amor. Por ejemplo, existen las parejas 'núcleo' que abren su relación; las triejas o tríos; comunidades 'poli', y un sinfín de maneras de relacionarse. Y todas las relaciones, siempre que cuenten con consentimiento, son válidas (o deberían serlo).
A nivel legal, pero, las no monogamias son de azúcar: no cuentan. A excepción de algunos países como Colombia, México, Tailandia y el Reino Unido (entre otros), que ya reformaron algunas leyes estatales que han permitido a triejas casarse. Legalmente, los otros tipos de relación no monógama, son aire: no existen. A pesar que cada vez hay más apertura, las no monogamias éticas todavía están lejos de ser reconocidas y quienes practican las no monogamias encuentran trabas más allá de las legales.
Dado el estigma que acarrean estas prácticas, las personas abiertamente poliamorosas pueden ser discriminadas a nivel social y familiar. Hay autores que incluso, hablan de la dificultad de tener que 'salir del closet' como persona poliamorosa frente los círculos cercanos; una experiencia parecida a lo que experimentan las personas del colectivo LGBTI+.
La manzana
No todas las personas quienes practican el poliamor buscan casarse ni tener hijxs. Quizás un poco fuera de las no monogamias, pero clave para comprender el abanico de posibilidades relacionales, se encuentra la crianza colectiva. Son varias las comunidades alrededor del mundo la practican, y desde hace siglos.
Estudios antropológicos recientes documentan grupos alrededor del mundo entre los cuales lxs niñxs han sido tradicionalmente educados, alimentados y cuidados por varios individuos adultos a la vez; resultando, sorprendentemente, en mejores y más cercanas redes de apoyo social y menos conflictos entre grupos, dada la liberación de carga. Para aterrizar esta idea, veamos comunidades como las 'Aka' en, la República Centroafricana y en la República del Congo; en China lxs 'Mosuo'; en EUA lxs Navajo; varias comunidades indígenas de América Latina, como lxs Mapuche en Chile, entre otras. Esta práctica, pero, también ha sido adoptada por comunidades de todo el mundo –no necesariamente indígenas– que practican amor libre.
Fresas, bananas y papayas
Como en la vida, en el sexo y en todo: sin consentimiento, no hay fiesta. De ahí que haya quienes hablen del poliamor como una 'preferencia' u 'orientación' íntegra en las personas. Se mal entiende cuando se piensa que, quienes lo practican, buscan sexo desenfrenado. Al contrario: se trata de empatizar y negociar. Y no es fácil. Asusta porque requiere hablar sin censura; claramente, sin mentiras. El poliamor es como pisar descalza un camino lleno de espinas y piedras con postes direccionales que dicen "estigma", "incomprensión" y "saturación" (y en algún pueblo, quizás hasta "atascón"). Pero, recuerden, marinerxs, la meta es la libertad.
En el amor, no hay nada más difícil que desenvolver el nudo de inseguridades que hay debajo de los celos y las posesiones. Por eso, lo verdaderamente terrorífico de las no monogamias éticas es que requieren despedazar todo lo que creemos que significa 'amar'. Lo que feministas llamamos 'los mitos del amor romántico': ni los celos son una demostración de amor, ni existen las medias naranjas. El amor no duele, ni todo lo vale, ni te hace suya, ni te hace llorar. Es evidente que mucha culpa de estas creencias, la tiene la lacra de la violencia machista. Pero ese es el transfondo. Lee entre líneas.
Contrario al falso ideal del amor que nos vendió 'Disney', en las relaciones poliamorosas la comunicación es todo. A la Sirenita no le hizo falta ni hablar; Cenicienta se conformó con una primera cita exprés, y a Blancanieves y La Bella Durmiente les robaron un beso mientras estaban inconsciente. En el poliamor, las cosas no se sobre entienden: se hablan, se consensúan, y se respetan. De lo contrario, serían cuernos. Porque si de algo tratan las no monogamias éticas, es justamente, de evitar recurrir a la mentira como sustento, para vivir de la confianza y del amor en libertad.
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