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Writer's pictureMarta Tiana

Día del Orgullo LGT(B)I+

Cada 28 de junio se celebra el Día del Orgullo LGTBI+, o el día del libramiento LGBTI+, en honor a todas las personas que lucharon por los derechos humanos y la libertad sexual durante las décadas de los sesentas y setentas. Pero NO todo empezó en Stonewall. También hubo un riot español.


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Este artículo es una reivindicación de la bisexualidad y una invitación a contribuir en la lucha por los derechos LGT(B)I+ todos los días del año: ¿qué otras ideas se te ocurren a tí?


Los orígenes del orgullo: no todo fue Stonewall


El 28 de junio de 1969 la policía neoyorquina organizó una redada –con precedentes históricos homófobos– en el bar LGTBI+ Stonewall Inn, que dio lugar a una serie de protestas violentas –los famosos riots–, lideradas por colectivos queer y personas racializadas, en contra de un sistema que perseguía a quienes que no encajaban en la norma (gays, lesbianas, bisexuales, trans, incluso personas racializadas, etc). Y ya se lo imaginarán: este fue el catalizador del movimiento queer y pro-diversidad sexual internacional. O al menos uno de ellos, porque no todo empezó en Nueva York: las personas queer existimos des de siempre y estamos por todos lados.


En las décadas de los sesentas y setentas, –en pleno período franquista–, el Pasaje Begoña de la localidad malagueña de Torremolinos era uno de los lugares referentes para el ocio y el ambiente queer; tanto a nivel nacional como internacional. De hecho el primer bar gay de España se instaló ahí, el Tony’s Bar. Dos años más tarde que Stonewall, el 24 de junio en el Pasaje Begoña 300 personas fueron detenidas en una redada policial: todas ellas del colectivo LGTBI+.

El gobierno franquista logró justificar la entrada de decenas de policías en metralleta en el barrio queer con la excusa de “liberar a Torremolinos de ciertos factores de procacidad”. Y este intento de eliminar la diversidad, además, estaba normalizado en un contexto donde aún era vigente la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, que en 1970 fue aprobada por las Cortes españolas. Una ley que establecía que los homosexuales eran peligrosos sociales y serían perseguidos y sancionados. A partir de estos hechos datados –y de otros tantos previos y posteriores– se formaron diversos grupos de liberación lgtbi+, entre ellos el Movimiento Español de Liberación Homosexual y el Front d’Alliberament Gay de Catalunya (FAGC) –constituido más tarde, en 1975–, que lucharon por los derechos LGTBI+ de una España que atentaba contra la libertad sexual y los Derechos Humanos.


De los riots en Nueva York y Torremolinos –y de otros muchos– que cada 28 de junio se celebre mundialmente el Día del Orgullo, en honor a las personas que lucharon por los derechos LGTBI +

Derechos LGTBI+


De los riots en Nueva York y Torremolinos –y de otros muchos–, que cada 28 de junio se celebre mundialmente el conocidísimo Pride Day –o día del Orgullo LGTBI–: en honor a las personas que lucharon por los derechos LGTBI y por las que aún continúan luchando (porque aún quedan batallas que conquistar). Lxs disidentes de Stonewall y Torremolinos plantaron algunas semillas y hoy aún recogemos sus frutos: según la ILGA World (Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex), en tan solo en el último año Costa Rica se ha sumado a los 28 Estados miembros de la ONU en permitir el matrimonio igualitario; Sudán derogó la pena de muerte para los actos sexuales consensuados entre personas del mismo sexo y Alemania se ha convertido en uno de los Estados Miembros de la ONU que prohíben las –mal llamadas– “terapias de conversión”. De mientras, pero, según la misma asociación, el 36% de los Estados Miembros de la ONU aún criminalizan las relaciones sexuales consensuadas entre personas del mismo sexo.


En España, El Observatorio contra la Homofobia (OCH) advierte que en este mismo último año han habido 76 ataques homófobos en Cataluña, y que este fenómeno crecerá. Y a pesar que la curva de las agresiones físicas crezca exponencialmente, las personas LGTBI+ experimentan otras reacciones homófobas que van más allá de los insultos o la violencia física. Hablamos de creencias, aparentemente amables y paternalistas sobre la diversidad sexual que esconden una homofobia interiorizada. Y estas son las más peligrosas porque se llegan a expresar de manera bien intencionada. ¿Les suena el típico: Pero, si yo tengo amigxs que son gays!


Hablamos de frases que tienen un trasfondo lgtbifóbico y que están basadas en construcciones sociales y culturales interiorizadas a través del consumo de productos mediáticos y de la educación en general. Por ello a veces es difícil identificarlas. Hablamos de una opresión sistemática, estructural e institucional, caracterizada por la cis-heterosexualidad como norma. Y todo lo que se salga de ello, lo disidente, lo queer, queda oprimido por este sistema. Para las personas dentro del colectivo, la mera existencia de este sistema les evoca sentimientos de invisibilización, negación y violencia, metiéndolxs en conflictos existenciales o de identidad.



El orgullo bi y la bifobia


Tal vez la mayoría estén familiarizadxs con la palabra homofobia: el rechazo o/y odio hacia las personas homosexuales. También, seguro, sepan qué es la transfobia y la lesbofobia, que como sus palabras indican, son el miedo y/o odio hacia las personas trans y lesbianas, respectivamente. Sin embargo, casi nadie habla de la Bifobia. Y, curiosamente, esta actitud (que también hace referencia al rechazo/odio de las personas bisexuales, por supuesto) la perpetúan tanto personas de dentro como de fuera del colectivo LGTBI+. Probablemente sea la discriminación contra el colectivo queer más invisibilizada.


En su libro Bifobia: etnorafía de la bisexualidad en el activismo LGTB (egales 2017), Ignacio Elpidio Domínguez asegura que la bisexualidad es con toda seguridad la “sigla” más invisibilizada dentro de los colectivos y movimientos LGTB, aún siendo probablemente la mayoría cuantitativa. Con todo y esto, aún seguimos escuchando frases como “estás confundidx, cuando madures ya decidirás” o “ser bisexual es un vicio”, que implican un rechazo profundo hacia las personas bisexuales. Dan a entender que a las personas bisexuales siempre les falta algo, que si están con un hombre necesitarán también de una mujer, y viceversa. Son expresiones que se basan en el estereotipo que las personas bisexales tienen una personalidad inmadura y compulsiva, y por ello, son expresiones bifóbicas.


Incluso hay teóricxs que hablan del síndrome de la impostora, ya que las personas bisexuales se ven forzadas a estarse cuestionando constantemente cuando les atrae romántica o sexualmente una persona que es del sexo opuesto. Un término descrito por primera vez en 1978 por las doctoras Pauline Clance y Suzanne Imes, y que intenta explicar las consecuencias psicológicas de vivir en un cisheteropatriarcado. Después de haber trabajado durante años con diversas mujeres se dieron cuenta que algunas, aunque habían tenido muchos éxitos laborales y académicos, se describían a sí mismas como fracasadas y en general se sentían insatisfechas y decepcionadas. Además, para las personas bisexuales que se identifican con el género femenino, se le suman la hipersexualización que sufren las mujeres des que son niñas; los roles de ‘bollera traidora’ o ‘mala hetera’ y el estigma de no ser “de ningún bando”.


Negar la bisexualidad es invisibilizar a una gran parte del colectivo que ya es castigada por su propia naturaleza no binaria. La famosa frase de “todxs somos bisexuales” niega esta realidad y resta importancia a las necesidades específicas de las personas bisexuales. La bisexualidad no es un punto de partida de la sexualidad: es una orientación sexual más, de las muchas que existen. Ahora bien: cada quien, también, es libre de definir su propia (bi)sexualidad. Algunxs teóricxs la definirán como “la atracción por personas del mismo sexo y por personas del sexo opuesto en mayor o menor medida”; mientras que hay quienes la perciben como “la atracción por lo que es binario y no lo es”, definiéndola como un concepto de sexualidad fluido que no tiene sus bases en lo que normativamente se considera “hombre” y “mujer”. Tanto las personas que acogen el primer como el segundo significado son bisexuales; cabe recordar que cada quien vive su sexualidad de una manera muy determinada. ¡Y hay tantas maneras de vivirla!


¿Cómo celebrar el Día del Orgullo si NO formo parte del colectivo?


La heterosexualidad se celebra todos los días: en el cine, en los libros, por la calle, en los museos... Por San Valentín, en los restaurantes, en las muestras de afecto en público... La sexualidad no está dentro del ámbito privado, hay muestras de ella por todos lados. Por ello existe el Día del Orgullo LGBTI+, para recordarnos que todos los días, también podemos celebrar la diversidad.


Hoy te propongo algunas ideas para contribuir en la lucha todos los días del año, ¿qué más se te ocurre a tí?









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